Y aunque no tengas esta dirección, ni mi correo electrónico tampoco (ni yo el tuyo) tengo una increíble necesidad de dejarte plasmada en este papel virtual.

Y te quedas acá como quien sale a pasear conmigo por la noche, con frío, con carisma, como andas tú por la vida.

Como quien se aparece en un bar con toda la perso , saluda a su mejor amiga, luego al novio, de ahí venía yo...

Y te quedas sentada a mi lado (no es que hubiera otro sitio disponible tampoco) y te dejas engatuzar un poquito más cada minuto.

Y ocurre que al rato ya me gustas, y quiero saber más y más de tí y nuevamente soy yo el que no estará cerca en mucho tiempo (aunque desde el otro lado serás tu la que vive en otro lugar).

Y no importa porque ya estás guardada acá en mi alma, en mis manos, en la energía que nos traspasamos a través de ellas, en las caricias que ocurrieron consecuencia del alma cariñosa que ambos tenemos y las ganas que tuvimos de regalarnos cariño sólo porque la energía así lo quiso.

Y eres un dulce, un manjar realmente, una cucharada de mermelada de murta o miel de Monteverde.

Tu piel me hace sentir agua en la boca, eres simplemente irresistible, por eso, no me pude resistir ante tu mirada de miel, tu actitud benevolente, sin dejar de lado la sensualidad de mujer que llevas contigo a todas partes, en tu caminar, en una noche de frío y una mañana de sol mirado desde el poniente hacia el oriente, es decir, el amanecer luego de un ayer de miel también.

Dulce, suave, rica, porqué no?

Daniel.