Las más pulenta del mes

lunes, 6 de julio de 2009

Ella y yo


Sol ausente, recuerdo los movimientos de sus labios, acordes con los de sus hombros, perfectamente sintonizados con su mirada.

Ella sabe, claro que sabe qué es lo que causa en mí cada uno de sus movimientos. Ella baila, ¡cómo baila! y yo sonrío, como sonríe ella siempre. Es alegre, tanto que en su cara hay huella de una sonrisa que lleva muchos años alegrando a sus alegres víctimas. Ella es suave. Entre que lo sé y que lo intuyo, mas basta con verla para saberlo.

Yo no sé bien quien soy, sólo sé cómo soy y un poco no más. Sonrío con fecuencia, a veces con sigilo, a veces yo no me doy cuenta y otras veces me encuentro sonriendo en silencio cuando mueve sus labios con elegancia. Ahora más que antes ando en silencio más que hablando, ando mirando más que dejándome ver, con sigilo, como cuando sonrío para mí. Busco una casa en un bosque, o cerca del mar al menos. Es porque vine a buscarme y la última vez que me ví así, me alejaba rumbo al mar, camino a la carretera austral. Debo ir detrás de Daniel, el horizonte, tapado por árboles nativos no me deja verlo ya. Lo cierto es que me quedé acá y encontré la mirada de ella sentada en un bar, mientras hacíamos que estábamos con quienes decíamos estar, mas estábamos en realidad pensando en cómo lo hacíamos para salir de ahí y volvernos a ver. De alguna manera lo supimos hacer, no?



Daniel.


M.


Daniel.

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