Las más pulenta del mes

domingo, 20 de abril de 2014

El Domingo que no acabó con esta semana

Como intentando descifrar la razón que se esconde detrás de la ansiedad, insasiable me encuentro detrás de esta pantalla yo y algunos accesorios que intentar dar término a una semana que no quiere acabar en Domingo. Hago algunos intentos de acompañarme, unos lo hacen conmigo sin pedir permiso. Hablo del gato, que duerme complaciente en en sillón, apoyado en un sombrero que tampoco ha sabido tener final. Mientras las redes sociales no saben ni pseudosatisfacer mis ganas de  reunión, o acalmar la imposibilidad de quedarme aquí a efrentarme a mí mismo, aunque sea un par de horas solo conmigo, y con el gato en mi tarde de domingo; y sabina hablando del ruido, yo no sé más de silencio. Grabo la escena completa de mí ante la pantalla a raíz de un petitorio exclamado por una mujer que estaba detrás de otra pantalla pidiendo enviar un video de uno haciendo esto, estando detrás de la pantalla, haciendo como que no sé que grabo esta película sobre un repatriado que habita en la ciudad de Santiago. Mecánica Popular ya no fué popular y Chinoy ya no causa estragos en la escena underground nacional. Y yo en esta construcción personal que indaga en una infancia que no supo respetar la autoridad pues no quiso otorgarle esa calidad ni al futbol, ni a la patria, ni a la razón ni la fuerza; yo sigo aquí. Dí un grito al amor. A ese amor grande, amplio, no al amor de dos personas solamente, al amor a la vida, a la existencia y a los pasos que conforman nuestros caminos que se encuentran cuando quieren o cuando queremos, o cuando dios lo quiso, si prefieren. Yo no creo en Dios. Tampoco creo en dos. No logra satisfacerme la idea de que la vida sea tan compleja como para tener que venir a desarmarnos de la madeja enrredada en la que nacemos y verme al borde de los 30 sintiendo que no he logrado concertarme. Acaso alguien si?
Creo en mí, eso sí.

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