Las más pulenta del mes

jueves, 25 de septiembre de 2014

Un hombre común.


Me siento en un lugar extremo. El más extremo en que recuerdo haber estado.
En el último período de mi vida han ocurrido varios acontecimientos, cosas inusuales que me hacen sentir que ya no soy el mismo que parecía no afectarse por los hechos que le rodeaban. Hoy soy un hombre sencillo y me siento más vulnerable, ya no soy un muchacho invencible, como solía ser. Trabajo como publicista, a pesar de ser productor. Cada día escribo menos, a pesar de que solía escribir mucho. Echo de menos a las peronas que ya no tengo cerca, a pesar que yo soy alguien que deja volar a las aves que se posan en mis manos. Pareciera que estoy asumiento que soy un hombre común, a pesar de que no crea serlo: soy de carne y hueso, tengo falencias y también siento sueño, a pesar que antes podía pasar una semana sin dormir y siempre creía que jamás pasaría por mí una enfermedad y que nada podría vencerme.
Debo asumir que me gustan los ángulos rectos y también que moría de ganas de escribir.

domingo, 20 de abril de 2014

El Domingo que no acabó con esta semana

Como intentando descifrar la razón que se esconde detrás de la ansiedad, insasiable me encuentro detrás de esta pantalla yo y algunos accesorios que intentar dar término a una semana que no quiere acabar en Domingo. Hago algunos intentos de acompañarme, unos lo hacen conmigo sin pedir permiso. Hablo del gato, que duerme complaciente en en sillón, apoyado en un sombrero que tampoco ha sabido tener final. Mientras las redes sociales no saben ni pseudosatisfacer mis ganas de  reunión, o acalmar la imposibilidad de quedarme aquí a efrentarme a mí mismo, aunque sea un par de horas solo conmigo, y con el gato en mi tarde de domingo; y sabina hablando del ruido, yo no sé más de silencio. Grabo la escena completa de mí ante la pantalla a raíz de un petitorio exclamado por una mujer que estaba detrás de otra pantalla pidiendo enviar un video de uno haciendo esto, estando detrás de la pantalla, haciendo como que no sé que grabo esta película sobre un repatriado que habita en la ciudad de Santiago. Mecánica Popular ya no fué popular y Chinoy ya no causa estragos en la escena underground nacional. Y yo en esta construcción personal que indaga en una infancia que no supo respetar la autoridad pues no quiso otorgarle esa calidad ni al futbol, ni a la patria, ni a la razón ni la fuerza; yo sigo aquí. Dí un grito al amor. A ese amor grande, amplio, no al amor de dos personas solamente, al amor a la vida, a la existencia y a los pasos que conforman nuestros caminos que se encuentran cuando quieren o cuando queremos, o cuando dios lo quiso, si prefieren. Yo no creo en Dios. Tampoco creo en dos. No logra satisfacerme la idea de que la vida sea tan compleja como para tener que venir a desarmarnos de la madeja enrredada en la que nacemos y verme al borde de los 30 sintiendo que no he logrado concertarme. Acaso alguien si?
Creo en mí, eso sí.

lunes, 10 de marzo de 2014

Gato

Con una humildad y a la vez seguridad inigualables, se acerca a mi morada y se instala como si fuera suya. Sus movimientos son delicados, preciosos y perfectos; no sabe lo que es dar un paso en falso.
Me cautiva con su entrega, se da por completo. Y de pronto, no está; se ha ido a recorrer la ciudad, tan llena de amenazas que es difícil saber si algún día volverá.
Cuando viene, adorna el espacio, sabiendo mostrarse con un protagnismo extremadamente inteligente, se deja caer sobre cualquier mueble a meditar, haciendo como si nadie lo viera, sabiendo sin embargo que capta la atención de quien se encuentre alrededor, de manera ineludible.
Cuando no está, me pregunto por donde andará, si tal vez conoció a otro, si alguien más lo habrá invitado a cenar o le habrá servidio un buen vaso de agua, o una taza de té quizás.
Cuanto menos y cuanto más podría pasar observando su actuar? Un gato tiene mucho que enseñar.

lunes, 17 de febrero de 2014

Mientras tanto sigo aquí

Siento un reencuentro celestial conmigo mismo.
Entre los ires, los venires, los que vienen y los que fueron, me he entregado hasta el punto de olvidarme de mí mismo. Y hasta cuándo o hasta dónde realmente podría uno continuar si inevitablemente habemos de retroceder a recobrar esa esencia que voy dejando desparramada entre abrazos, cigarrillos y cachetadas?

Me detengo un segundo.
O tal vez dos.
Para mirar alrededor
y recordar quien soy.

Sin embargo sigo aquí
y no puedo más que sentir
que es este el instante
más re lindo que viví.

El presente continúa
en el trono de lo único que tengo,
este queridísimo momento.

Salud.



jueves, 2 de enero de 2014

Terremoto emocional: sólo sabemos avanzar.

Son tantas las aristas que influyen en las vidas de uno, las de todos.
La vida de un niño se refleja en su futuro hombre,
su manera de ser adulto, o no serlo; tienen una relación directamente proporcional con su comportamiento en los días venideros: en cada uno de ellos.
Y en eso, vamos andando. Establecemos relaciones, intentamos entregar amor de la manera en que lo habíamos recibido siempre. En eso nos vamos conformando como seres sociales, en habitantes de un país, de una ciudad, de una casa, de una relación con la pareja, con los amigos, con los trabajos. En algún minuto nos empezamos a preguntar el porqué de nuestras reacciones, de la manera en que tomamos las decisiones sobre los pasos próximos e inevitablemente, aparecen los juicios. Yo me pregunto: Hasta qué punto es válido emitir un juicio sobre otra persona? sabiendo que no has vivido su vida, que no conoces realmente su historia, todo ese background de vivencias que son lo que al final conforman su persona? tiene el ser humano realmente la capacidad de conocer la empatía? de situarse al otro lado de la vereda, sentir lo que el otro siente y a partir de eso, realizar un análisis sobre su manera de actuar?. No lo veo. No lo he visto ni en las personas que más han dicho amar mi persona y no lo he hecho con las otras que yo juré amor tampoco. Al parecer tenemos una incesable manía de dedicarnos a apuntar al resto, de enjuiciar sin empatizar previamente, sin "deconstruir" las situaciones para así reconstruirlas y emitir una señal con más información.
Hoy en día soy de los que intentan al menos no plantearse como un ser perfecto que no tiene problemas, no de aquellos que suelen apuntar. Porque eso no tendría cómo llegar a un buen final, creo que ningún ser humano podría soportar ver la punta de la flecha llegando directo a su cabeza sin intentar al menos esquivarla. Y ojalá logre esquivarla, pues sentir la flecha ingresando, será a lo menos motivo para no regresar a aquél lugar.
Por otra parte, creo firmemente en que los seres vivos con conciencia tienden a mejorar. Sin dejar de lado porsupuesto los lapsus que cada uno tiene derecho a vivir, momentos para sufrir, momentos para llorar y sentir las penas, las derrotas. Pero nos ponemos de pié y sólo sabemos avanzar, el sólo hecho de que exista un mañana, implica que lo que sigue es un paso adelante. De todas las vivencias, sabremos cosechar y sin duda todos queremos encontrar la paz.

Avanzo y te invito a caminar.

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