¿O vine yo?

Suave, como el pétalo blanco aquél, que en realidad era rosado, pero el fin era que lo paseabas por tu nariz y labios, mientras yo miraba intereasado y soñaba también con la fricción íntima que había entre ustedes dos.

Una flor acariciando otra flor.

Sonríes tanto que tu risa deja huella, estampa la prueba de que tu vida es alegría, que tu nacimiento es felicidad, dejas esa huella también en mí al hacerme tanto sonreir las veces que hemos estado juntos.

Y ayer un beso, uno transportador hacia otras dimensiones, juntos visitamos una paralela y ahí, suspendidos en ese beso y su energía, de pronto una sorpresa y de vuelta aquí, a la tierra, un auto y afuera un flash de desastre mundanal.

Y si algo me causa alegría es que tu energía y la mía hayan querido navegar juntas por este puerto semihelado, semilluvioso al sur de nuestro país.

Gracias por venir.

¿O vine yo?, no?

Ja.

Daniel.