Y decidimos seguir en camión, una decisión entre obligada y uninca... las cletas ya no daban más.. así q nos fuimos sobre 24 ruedas esta vez y llegamos directo a la plaza de Castro, en donde un buen amigo nos recibió en su casa, el Mono. Ese bello atardecer nos esperaba al llegar, en San José, una localidad preciosa que hay al salir de Castro.
Estoy en estos momentos probando suerte con unas mermeladas.. de mora para ser exactos. A ver cómo me va con este rumbo incierto que al menos dulzura no habré de carecer...
Saludos queridos míos.
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