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domingo, 6 de septiembre de 2009

Adonde va el norte?


Es una buena pregunta. Todos se hacen preguntas, desde muy niños hasta menos niños, seguimos consultándole a quien tenemos al lado si sabe sobre la respuesta de aquella incógnita que nos acosa. Y esta mañana he despertado con una pregunta entre mis ideas: ¿Adónde va el norte? se mueve, muta su forma, cambia de aspecto y a veces no es la "N" que marca la brújula. Siempre lo encuentro, tarde o temprano y casi siempre por casualidad, termino llendo hacia donde el instinto guía con su viento. Estoy un poco sordo. No escucho el viento como antes, como arriba de una bicicleta, cuando el norte era simple porque la vida era simple también, como debe ser. ¿Qué quiero ser? Tengo ahora dos grandes preguntas, de las cuales sin duda podría deducir unas otras que viajan como rémoras con sus preguntas ballenas. Una más compleja? ¿Quién quiero ser?. Alguna vez han aplicado las preguntas de un proyecto a sus vidas? Qué, porqué, cómo, cuándo, dónde, cuánto, etc..? Yo no.

El norte viaja cuando yo viajo, miro paisajes, personas y de pronto, un par de situaciones llaman mi atención y confunden el horizonte, es cuando el norte está comenzando a moverse. Todo ocurre rápido, aunque pudiera ser distinto, me gusta así y así funciona hace unos 24 años y algo más en mi vida. Entonces, como este se ha puesto a mirar otras cosas que andaban por allí esperando que nos encontráramos, luego al momento de ver el ¿Qué soy? se produce una confusión, ya que estamos en pleno momento de transición de forma.

Quiero
Quiero viajar. Quiero viajar en cleta. Quiero vivir en algún otro lugar, no ahora, pero alguna vez. Quiero saber hacer chocolates, tortas. Quiero conocer nuevas verduras y salir de casa a buscarles desde la huerta. Quiero que vengas siempre a verme y poder venir también yo a verte. Quiero tener un pedazo de tierra con árboles, escondida, silenciosa y que en su silencio residan todas las aves que no he oído nunca y con las que ya oí algunas veces, establecer un diálogo que permita conocernos mejor. En esta tierra plantar un refugio, sencillo, pequeño y práctico. Quiero hacerlo con mis manos y saber lo que estoy haciendo. Quiero estar siempre cerca de mis amigos, que la vida no sea tan sólo un fin de semana de vez en cuando y saber dividirme entre varias partes recorriendo la ciudad como un turista con tres días en santiago city. Quiero tener tiempo para mi familia. También me vendría bien contar con un par de días a la semana para sentarme a pensar en los proyectos que dejo en el cuaderno, en hojas que guardan energías que quedan plasmadas en palabras que significan finalmente ideas, sueños míos y míos con otros, cuales deben ser, a como de lugar, resueltos, cumplidos y así seguir andando y sentir que la vida es un placer y un privilegio, por tanto aprovecharla y vivirla a conciencia de lo anterior.

Decidí
He tomado decisiones en mi vida. Me he paseado por la rosa de los vientos cambiando el rumbo. Y de todos esos cambios, de todas esas decisiones, he resultado yo.

Vivo en Pichiquillaipe, en el kilómetro 18 de la carretera austral. He decidido este lugar porque cumple con el espacio y entorno necesario para cultivar la vida en silencio y en calma, en donde todos los sonidos del alma deberán ser oídos y aprender a relacionarse con el resto de los que habitan este entorno naturaleza.

Y el norte va finalmente seguiendo nuestro instinto, que es el equipo de avanzada, que tantea el terreno antes de dar el paso definitivo.
Pasos.


El tiempo no existe, son las cosas que hacemos en él lo único real.


Daniel.

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