Las más pulenta del mes

miércoles, 10 de marzo de 2010

Lucho


Vienen y van. Pasan. Todos los días. Puedo reconocerlos a casi todos, normalmente por sus zapatos. Algún tiempo estuve desarrollando una teoría respecto de cómo se abrochan los cordones, pero disecrní luego de un tiempo que necesitaba saber un poco más de sus vidas para poderlos interpretar. Que alguien se detenga a conversar es lo que más me hace felíz. Todos se dedican a evitarme y los más atrevidos se acercan a darme una moneda. Pero muy pocos se dan el tiempo pequeño de preguntar cómo estoy y esperar realmente lo que tenga por responder. Yo no soy de esos que responden que está bien de manera automática ¿y usted? ¿es de esos? Porque yo no podría mentirle a alguien que me pregunta cómo estoy, diciendole simplemente que estoy bien. Me gusta pensar que a las personas les interesa de verdad la respuesta que tengo que dar. Me equivoco quizás. Realmente para mí lo más importante es que usted se detenga un momento a conversar, contarme sobre su día, todo lo que yo, acá sentado en la cuneta, muletas al lado, no puedo llegar ni a soñar que haría en la vida, puesto que soy el inválido de la calle varas que se todos los días por la mañana aunque me haga creer que no me ve, que no me oye cuando le llamo: era más que nada para charlar.

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