"...Necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre, postres de abuela y torres de caramelo..."
Y que así vayamos por la vida, eligiendo el norte,
con las alas abiertas, conociendo el viento,
aprendiendo a volar.
Uno espera que llegue solamente,
que en el momento menos esperado, mires hacia atrás
y alguien toca tu hombro
y no necesites nisiquiera voltear para ver quién será;
simplemente ahí estará, con los brazos abiertos,
esperando el primer abrazo de los miles que vendrán en el camino futuro,
que si bien, sabemos que no existe, algún día será y lo que ahí ocurrirá,
será simplemente lo mejor que pudo haber pasado.
La última vez que me pregunté dónde andarás fue a los quince.
No siento estar preguntandome lo mismo ahora precisamente,
siento más bien el calor que se avecina
de alguien que quiere compartir el rumbo
y me enseñará a volar.
Dejarse llevar.
Volemos libres por la vida y por los sueños.
Vivamos el sueño como vino,
entenderlo es despues.
Vamos al sur,
hagamos la huerta,
lleguemos a la cima del cerro pichiquillaipino
y lancémonos al vacío.
Después miramos para atrás y estaremos viviendo en el futuro.
No sé.
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