Las más pulenta del mes

martes, 21 de abril de 2009


Camino al trabajo salgo de la casa de la señora Natalia. Cierro la puerta y doblo a la izquierda, una calle corta baja hacia el mar. Es una calle olvidada, tiene musgo en sus suelos y de vez en cuando pasa un perro olvidado también.
Cuando voy al trabajo, no voy solo, me acompañan dos cuarzos, uno color rosa, que llevo en mi mano izquierda, dentro del bolsillo de mi pantalón y otro colgando en mi pecho. También me acompañas tú, en mi pensamiento todo el trayecto. Me pregunto qué haces mientras Manuel me canta al oído, mientras un perro con tres patas camina a saltos o tres niños huérfanos pasan a mi lado y no puedo hacer nada para ayudarles a tener una mejor vida, o quizás no lo intento, pero sí que lo pienso. Qué harás tú cuando llego a esa esquina en donde debo decidir si cruzar hacia el mar o hacia la ciudad y elijo finalmente hacia la ciudad porque queda más cerca, aunque mi corazón se iría hacia el mar y se quedaría sentado frente a él la mañana entera si tan sólo la mente soltara las riendas de mi vida y pudiera olvidarme que debo trabajar para estar vivo. Es entónces cuando decido ir por la izquierda y sigo rumbo al trabajo. Un escolar se cruza enfrente mío corriendo hacia la micro que estaba por partir. Una mujer está estacionada y dicta órdenes con sus gestos mientras habla por celular con su marido, creo. Un kiosko tapa la ventana de la oficina del Sernatur y pienso ¿a quién se le ocurrió poner un kiosko tapando una ventana del lugar de trabajo de una persona? -que falta de criterio, pienso también- La pileta está apagada, normalmente eso pasa cuando el día va a estar lluvioso, pero no es cierto, el día tiene ganas de sol esta mañana. Un carabinero piensa aproblemado, muy preocupado se presenta ante el mundo y me recuerda que detrás de ese traje verde hay una persona como yo que quizás también se pregunta qué le pasó al perro de las tres patas o cómo pagará las cuentas este mes. Ya estoy enfrente del teatro Diego Rivera. Aún no es mi lugar de trabajo, no está terminada su remodelación, entonces debo seguir dos cuadras más para llegar a mi trabajo. Una señora se sube a la vereda amenazando arrollar todo lo que pase enfrente suyo, como con autoridad, como si estuviera en todo su derecho de subir su camión encima del lugar de tránsito de las personas que usan los pies para caminar, qué extraño!-pensará ella- pienso. Hay gente esperando afuera de la oficina de impuestos internos, celosos del que llegó primero, aunque nadie más que el que llegó segundo sepa quién es. En la esquina de mi trabajo hay un letrero que anuncia la cafetería de enfrente de la oficina. Siempre pienso en entrar y disfrutar antes de un café cortado mediano mientras revisaría mi correo antes de entrar a la pega. A veces entro, otras vengo un poco tarde y llego directo al segundo piso de la casa en calle illapel 126.

Daniel.

2 comentarios:

  1. Dobla hacia el mar, jajaja son cosas que uno siempre quiere hacer y no las hace, cuando llegara el día en que digamos ¡BASTA! quiero hacer lo que quiero, actuar y no quedar en pensamiento. Lo digo con tanta simplesa que hasta parece fácil pero hay algo que nos dice que sigamos el camino en el que vamos.

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  2. Así es, hasta qué punto es la mente o el instinto quien nos dicta los caminos que tomar..

    Un abrazo hermano

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