Para reunir todas las vivencias diarias que vivo allá en el sur, no me alcanza el secundero de la ciudad. Aunque lo intentara con mucho esfuerzo, creo que no sería posible mirar de reojo a mi alrededor y percibir la escala de grises completa con un retoque azulino. Es más grande, el lugar. Estás más lejos, tú y ustedes, y yo de ustedes y de tí y en el intertanto hay más posibilidades de no llegar a vernos puesto que las alternativas de sufrir un percance son considerablemente más. No hay dolor ni miedo o quizás hay mucho de los dos guardado acá en la capital que me vio salir rumbo al sur a diverdificar la vida, los colores, los aromas, el viento y su historia, la historia de la señora que me acoge en el bolsón, las ideas de javier y carolina, los consejos de Pablo, el cariño de Cata. Ya estoy arriba de la locomotora. No tan loca como pensaba ni tan sentado en el timón aún, pero arriba en fin y a la velocidad de una gran ciudad. El olor de la ciudad en esta fecha es de primavera, hay algunos árboles de la ciudad que emanan olores increiblemente ricos, tan sólo para luchar con el resto de la ciudad que hace lo contrario y cada vez con mayor esfuerzo. Para que los que pasamos por acá, viniendo de allá, podamos seguir viviendo. Es una vuelta a la soledad de una sociedad gris sin brillo, nada comparable con la escala natural de grises con un tono azulino que tenemos allá en el sur.
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