Cuando vine, dije que venía por tan solo un par de meses, que quería ordenar asuntos económicos, emocionales, azules. Hoy ya me encuentro con el pelo corto y sin barba pero el alma sigue intacta. Vine en el fondo a compartir una mirada. Una con cada uno de los que nos fuimos encontrando en algunos casos y reencontrando en algunos otros, algo más que un simple ¿cómo estás?, vine a certificar esa respuesta sin hacer la pregunta.
Vine hace exactamente 8 meses y medio y ahora puedo decir que quiero regresar. No sé realmente cuándo, pero al menos sé que lo quiero. Quiero azul, quiero verde, quiero amor del sur y amar en el sur. Quiero cumplir con lo soñado, quiero soñar con el futuro arriba de una cerro en precordillera verdiazul y no despertarme la mañana siguiente en la preemergencia grisácea. Y no se trata realmente de que en el contexto acutal y mi estadía en él haya habido alguna desilusión o algún elemento que me haga pensar que esto está mal, es más que nada el instinto que me lleva a seguir la luz del viento que siento; lo que siento es azul.
Seguiré esperando el instante preciso, la ráfaga de viento, la brisa del mar, desde donde cuelgue una mano y llegue volando a navegar en nuestro mar azul.
Quiero volar.
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