Efectivamente está todo aún mejor.
En realidad eres la luz que prometimos que serías, no sé realmente si lo sabías, o quizás fuiste tú la que eligió que fueramos nosotros los que estaríamos a tu alrededor, los iluminados.
Entonces apareces por acá y todo se transforma en luz y olores de flor, azahares en las narices, aire fresco, casi inimaginable por acá. Se abre una ventana, debe ser mi abuelo que vino a saludar. Se cierra.
Hay flores en el jardín, en las piezas de la casa y en la mesa del comedor, pero por supuesto, estás tú, la de las flores, la del sol. Como si antes Manuel lo hubiera predecido en la canción de tu ventana.
Todo se convierte en Flor-licidad, estamos todos tan Flor-lices.
D.
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