Desde la ventana de mi habitación puedo ver el mar. Hay algunas plantas medicinales en el patio, árboles frutales también y un invernadero que a veces consigo alimentar con agua, a veces no. Después de tantos años, los años resultaron ser solamente todo esto que miro desde aquél balcón en que alguna vez me imaginé sentado observando la luna con un telescopio que no alcancé a conseguir ya. Pensé también que valdría la pena tener una segunda y hasta una tercera habitación, por si los niños volvían para saludar.
Alguna vez imaginé todo esto y lo convertí en realidad, la verdad; yo sólo quería ver el mar.
En el sur.
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